Este trastorno genera un malestar notable o un deterioro significativo en áreas sociales, laborales u otras, y generalmente aparece antes de los 18 años.
El trastorno de Tourette es más frecuente en niños que en niñas, con una proporción de hasta 3 niños por cada niña afectada.
Es relevante mencionar que la presencia de un tic aislado durante un corto periodo de tiempo es muy común en niños; hasta un 12% de los niños los experimentan en algún momento. Generalmente, estos tics se resuelven sin necesidad de tratamiento en pocos meses.
Para una evaluación y tratamiento adecuados, es fundamental la intervención de un neuropediatra especializado.
El trastorno de Tourette es una condición que afecta a muchas personas, especialmente a los niños. Es importante conocer sus síntomas y causas para poder manejarlo de manera efectiva.
Síndrome de Tourette: Síntomas más Comunes
¿Cuáles son los síntomas del trastorno de Tourette?
Entre el 25-50% de los niños con trastorno de Tourette presentan síntomas de impulsividad, hiperactividad y déficit de atención. Aunque esta condición puede durar toda la vida, con altibajos en la frecuencia e intensidad de los síntomas, muchos pacientes experimentan una mejora significativa después de la adolescencia. Sin embargo, los síntomas suelen empeorar en periodos de mayor estrés o ansiedad.
En las formas autoinmunes, el trastorno de Tourette empeora tras infecciones por estreptococo (como faringitis y resfriados) durante el otoño e invierno.
Síntomas más habituales
- Tics motores
- Tics vocales
¿Tiene alguno de estos síntomas? Podría estar padeciendo un trastorno de Tourette.
Entendiendo la Enfermedad de Tourette y sus Síntomas
¿Cuáles son las causas del trastorno de Tourette?
Aún no se conoce la causa exacta del trastorno de Tourette. Lo que sí se sabe es que no está influenciado por el nivel socioeconómico y que hay factores genéticos implicados. Hasta dos tercios de los familiares de niños con trastorno de Tourette presentan algún tipo de tic.
Si los síntomas no mejoran, es fundamental acudir al médico para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.
El trastorno de Tourette no solo está relacionado con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), sino también con otras condiciones de salud mental. Esta conexión puede ofrecer pistas valiosas sobre su origen y manejo.
Relación entre el Trastorno de Tourette y el TOC
En un 33% de los niños con Trastorno de Tourette, la causa puede ser un proceso autoinmune desencadenado tras una infección, como una faringitis o una infección de las vías respiratorias altas por estreptococo tipo A beta-hemolítico. Se cree que los anticuerpos que el cuerpo produce contra esta bacteria dañan los ganglios basales del cerebro, lo cual provoca los tics característicos de este trastorno.
¿Qué es el síndrome de Tourette?
¿Cuándo empieza el síndrome de Tourette en niños?
¿Cuándo comienza el trastorno de la Tourette?
¿Cuánto tiempo duran los tics del síndrome de Tourette en niños?
Relación con Otras Enfermedades
El Trastorno de Tourette también se asocia con otras enfermedades, como:
- Algunos tipos de ansiedad
- La anorexia nerviosa
A pesar de estas asociaciones, el desarrollo general de los niños con Trastorno de Tourette suele ser normal.
Pronóstico del Trastorno de Tourette
Curso de la Enfermedad
El Trastorno de Tourette generalmente aparece en la niñez y rara vez se manifiesta después de la pubertad. Es crucial que un especialista evalúe al niño para descartar otros trastornos, como:
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
- Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
- Trastornos del aprendizaje
Esta evaluación debe ser realizada por profesionales como pediatras, neuropediatras, neurólogos o psiquiatras infantiles.
Comprender estas relaciones y recibir una evaluación adecuada puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida de los niños con Trastorno de Tourette.
En muchas ocasiones, no son tanto los tics en sí los que causan más problemas, sino los trastornos comórbidos que los acompañan, como el TDAH. Es fundamental realizar un examen neurológico para descartar otros problemas motores. A veces, también se lleva a cabo un electroencefalograma para descartar convulsiones mioclónicas y análisis para detectar anticuerpos anti-estreptococo.
¿Cómo se diagnostica el trastorno de Tourette?
El diagnóstico de los trastornos por tics y del trastorno de Tourette en niños es generalmente realizado por un pediatra o un neuropediatra. Sin embargo, dado que estos trastornos suelen estar acompañados de otros trastornos psiquiátricos, es común que también sean evaluados por un psiquiatra infantil y de adolescentes.
Evaluación en adultos
En adultos, la situación es similar. Los pacientes suelen ser atendidos tanto por un neurólogo como por un psiquiatra, asegurando así una valoración completa y adecuada.
Para un diagnóstico preciso del trastorno de Tourette, es fundamental realizar un examen neurológico completo. En algunos casos, puede ser necesario un electroencefalograma para descartar convulsiones mioclónicas y análisis para detectar la presencia de anticuerpos anti-estreptococo.
¿Cómo se trata el trastorno de Tourette?
El tratamiento del trastorno de Tourette se centra en suprimir o reducir los síntomas, apoyar la adaptación del niño y favorecer su proceso de desarrollo. Es crucial abordar cualquier comorbilidad que pueda estar presente.
Tratamiento del trastorno de Tourette
Existen varios tipos de medicación que se utilizan para mejorar los síntomas del trastorno de Tourette:
- Neurolépticos: Son los fármacos principales en el tratamiento del trastorno de Tourette. Entre ellos se encuentran el haloperidol, pimozida, risperidona y olanzapina. Estos medicamentos han mostrado una mejoría en el 60-80% de los niños tratados.
- Clonidina: Aunque no es un neuroléptico, la clonidina puede ayudar en el tratamiento del trastorno de Tourette con una respuesta positiva en hasta el 50% de los casos. Sin embargo, debe usarse con precaución debido a posibles problemas cardíacos y de hipotensión.
Es importante que el tratamiento sea personalizado y supervisado por un profesional de la salud para asegurar la mejoría en los síntomas y la calidad de vida del paciente.
El tratamiento debe ser individualizado y se debe hacer un seguimiento para ver si mejoran los síntomas o si aparecen efectos adversos.