Los trastornos del neurodesarrollo son afecciones que pueden ser diagnosticadas desde los primeros 2 años de vida. En este caso, los síntomas de los trastornos del espectro autista son detectados en un principio por padres y profesores a cargo del niño, ya luego, a través de la observación clínica, los psicólogos o médicos especialistas confirman la sospecha del trastorno.
Debido a que no existe una prueba biológica para detectar los TEA, el diagnóstico se basa fundamentalmente en ejecutar una evaluación clínica exhaustiva para encontrar ciertos signos y síntomas clásicos del TEA reflejados en el comportamiento y en las habilidades sociales del niño.
La temprana confirmación de los TEA será fundamental para la evolución clínica del paciente. Un tratamiento adecuado permitirá que los síntomas disminuyan y la calidad de vida del niño aumente.
¿Por qué los niños necesitan una evaluación para detectar un posible TEA?
La Academia Estadunidense de Pediatría enfatiza en que a todos los niños, durante su control de niño sano, se les debe realizar una evaluación a los 18 y 24 meses de edad para descartar signos del TEA.
Esto quiere decir que la prueba no solo se le aplica a niños con síntomas, sino que toda la población general infantil es evaluada. Esto con la intención de hacer diagnósticos tempranos de los TEA y aplicar tratamientos efectivos.
Si has notado como tu hijo está presentando un comportamiento no habitual, entonces es indispensable buscar la ayuda de un profesional de la salud. Algunas de las señales clásicas que pueden indicar que un niño tiene autismo son:
- Evita la mirada y en ningún momento hace contacto ocular.
- Realiza movimientos extraños como aleteos, se mece o gira en círculos
- Se obsesiona con las partes de un juguete, como por ejemplo, las ruedas de un coche.
- Tiene problemas para aprender a hablar, e incluso repite palabras sin entender su significado.
- Muestra dificultades para cambiar su rutina.
¿En qué consiste la prueba de los trastornos del espectro autista?
Para detectar la presencia de los trastornos del espectro autista, es necesario llevar a cabo ciertas pruebas:
- Evaluación del desarrollo
- Evaluación integral
La evaluación del desarrollo consiste en analizar el comportamiento del niño mientras juega e interactúa. Es una prueba corta para determinar si su crecimiento y desarrollo va acorde a su edad. Se evalúa cómo aprende, habla, cómo se comporta y mueve.
También, los padres serán fundamental para agregar en la evaluación cualquier tipo de conducta inusual presenciada en el niño. Los médicos harán preguntas específicas a través de un cuestionario con el objetivo de encontrar indicios de un TEA.
Si se consigue signos leves del espectro autista en el niño, se procede entonces a una evaluación integral. En esta evaluación se realizará una prueba minuciosa del comportamiento y desarrollo del niño. Es posible que también se apliquen pruebas para evaluar la audición y la vista, así como también pruebas genéticas, neurológicas, entre otras más.
¿Cuándo y por qué hacer una prueba de los trastornos del espectro autista?
La detección precoz del espectro autista y la rápida instauración de un tratamiento conductual va a mejorar notablemente la evolución del pronóstico de los síntomas. Eso quiere decir que se potenciarán las destrezas cognitivas del niño y, por lo tanto, su adaptabilidad con el entorno mejorará.
Los TEA son detectados a los 18 meses de edad o incluso antes de ese periodo de tiempo. Un diagnóstico realizado a los 2 años de edad por un médico capacitado, puede considerarse como una confirmación bastante confiable.
La evaluación en la atención primaria para detectar los TEA se debe realizar en los niños de las siguientes edades para buscar signos de retrasos y discapacidades:
- 9 meses
- 18 meses
- 24 o 30 meses
En caso de que el niño presente factores de riesgo notables: bajo peso al nacer, familiares con TEA, comportamientos vinculados a los TEA, algunas afecciones genéticas o nacimiento prematuro, entonces será necesario que el médico realice un seguimiento para destacar la presencia del espectro autista.
Diagnóstico diferencial de los TEA
Realmente, son muchas las posibles causas por las que un niño puede mostrar síntomas de TEA. Por ejemplo, un niño que presente un espectro autista va a evitar hacer un contacto visual con cualquier persona. Sin embargo, un niño con timidez también lo hará.
Si se lleva a cabo un diagnóstico por un personal poco capacitado, es probable que se categorice al niño con TEA cuando en realidad esté presentando algún otro tipo de trastorno del neurodesarrollo, como por ejemplo, TDAH, algún trastorno del aprendizaje, un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), entre otros.
Hay trastornos leves del lenguaje que pueden confundirse con TEA. Asimismo, si el niño tiene problemas para construir frases u oraciones, eso, a simple vista, puede dar la idea de que presente autismo.
Es por eso que es importante que el especialista utilice instrumentos de medición y, además, sea un experto en captar sutiles detalles, para así diferenciar comportamientos normales de los patológicos, a través de una evaluación minuciosa de las distintas áreas afectadas en el niño: su comportamiento, habilidades sociales y capacidad cognitiva.
Trabajar con un especialista
Si tienes problemas con el corazón, vas a buscar un médico especialista que haya curado con éxito a cientos de pacientes, ¿no es así?
Para evitar diagnósticos erróneos de TEA, e incluso peor, que los síntomas del espectro autista sean valorados como normales, es indispensable acudir con un profesional que haya presenciado los diversos matices del autismo en otros niños.
Solo de esa manera aseguras un diagnóstico preciso que permita crear en conjunto con el especialista un plan de tratamiento para aumentar las probabilidades de que el niño tenga una mejor calidad de vida.
Pruebas neurológicas para detectar autismo
El autismo, como parte del Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una condición que se puede identificar a través de diversas pruebas neurológicas. Estas pruebas ayudan a los profesionales de la salud a entender el funcionamiento cerebral y neuronal del individuo, y son esenciales para un diagnóstico preciso y temprano. Una de estas pruebas es la electroencefalografía (EEG), que permite rastrear la actividad eléctrica del cerebro y detectar cualquier anormalidad que pueda estar asociada con el autismo.
Además del EEG, existe la resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés). Esta prueba de imagen proporciona una detallada vista del cerebro y puede ayudar a identificar anomalías estructurales relacionadas con el TEA. Aunque no existe una ‘imagen de autismo’ específica, las imágenes de resonancia magnética pueden revelar anomalías en áreas del cerebro relacionadas con las habilidades de comunicación y interacción social, que son áreas clave afectadas en el autismo.
Otra prueba útil es la tomografía por emisión de positrones (PET), que permite visualizar la actividad metabólica del cerebro. A través de la PET, los médicos pueden observar cómo diferentes áreas del cerebro interactúan y funcionan, proporcionando una imagen funcional que puede ser reveladora en el caso del autismo. Al igual que con la resonancia magnética, la PET no muestra una imagen específica de autismo, pero puede ayudar a identificar patrones de actividad cerebral que son consistentes con el trastorno.
La prueba de potenciales evocados (PE) es otra herramienta valiosa. Esta prueba mide las respuestas del cerebro a estímulos específicos, como sonidos o imágenes. En personas con autismo, estas respuestas pueden ser diferentes a las de las personas sin el trastorno, lo que significa que los PE pueden proporcionar una evidencia objetiva de la presencia de autismo.
Es importante destacar que ninguna prueba neurológica por sí sola puede diagnosticar el autismo. Sin embargo, en conjunto, estas pruebas pueden proporcionar un cuadro comprensivo de cómo funciona el cerebro de un individuo y pueden ayudar a los profesionales de la salud a llegar a un diagnóstico preciso y a elaborar un plan de tratamiento adecuado.